domingo, 22 de febrero de 2009

La columna del Crítico Número Uno

Estacioné mi Dodge Coronado con vidrios polarizados sobre el pasaje Craig a noventa grados. Mientras disfrutaba de unas empanadas soufflé observé el match de la cancha dos con mucha atención. También, más cerca de mí, había partido en la tres, pero esto no me generó distracción alguna para definir las perlas de esta semana. De más está decir que absolutamente nadie se percató de la presencia del crítico número uno en la terriblemente calurosa noche del jueves.
Pese a la proximidad del fin de mes, les recomiendo apostar los últimos pesos de febrero a El Murga Volador (sin alusión personal para algún integrante de El Fútbol de los Jueves) que se presentará en la octava de La Plata, el día 26 de febrero por el premio Pennzoil.

Vamos a lo que están esperando: Perla Blanca a la perseverancia, el sacrificio, el compañerismo y el trabajo. Reconozco que la idea de la adjudicación de este premio corresponde a mi asesor “Pirincho”, pero yo estuve en total acuerdo. Mi querido RODRIGO GIORDANELLI: usted es un ejemplo. Siempre dispuesto a reemplazos de último momento pese a su lesión, cobrador infalible del oneroso costo de la cancha (debe disfrutar durante el día su trabajo de cajero), planillero indiscutido cuando no juega… Además de todo lo dicho realizó un buen partido y metió un par de goles, pese a que su pierna se parecía más a la de Robocop que a la de un futbolista. ¡Mis más sinceras felicitaciones!

Esta Perla Negra es para usted: ¡HERNÁN RUSO AIMI! Antes que nada le pregunto: ¿Le tiró unos pesos al comentarista para que ponga “una buena tarea de Aimi? ¡Lo suyo fue un verdadero bochorno! Fue uno de los principales culpables de que el partido se definiera tan rápido. Estuvo impreciso, distraído, por momentos no sabía dónde ubicarse. Fue malo lo suyo en el arco y no estuvo ni siquiera cerca de convertir algún gol. ¿Alguna asistencia? ¡Claro que no! Señor Aimi: yo no sé si el abandono de su tarea como farmacéutico pudo, de alguna forma, perjudicar su nivel en el campo de juego. De lo que sí estoy seguro es que así no puede seguir. Porque de esta manera puede dañar gravemente el paladar futbolístico de cualquier buen ser humano que lo vea jugar a este maravilloso deporte.

Por lo menos, así lo veo yo.

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