Recuerdo que hace ya muchos años, en radio Rivadavia, “El relator de América” José María Muñoz, cuando se jugaba el partido más importante de la fecha, tenía como comentaristas a Enrique Macaya Márquez y Horacio García Blanco. Lo curioso era que estos dos señores, además de dar su opinión de lo visto en el campo de juego, le ponían un puntaje al encuentro, que casi nunca superaba los cinco puntos.
Muy bien; creo que hasta Macaya y García Blanco habrían calificado con un diez al partido disputado el pasado jueves en el predio San Carlos. Resultado cambiante, impresionante despliegue de algunos jugadores, grandes gestos técnicos de otros, jugadas elaboradas que finalizaron en goles excelentes. ¿Errores? Por supuesto que los hubo, pero no conceptuales sino como consecuencia del cansancio lógico que generaba un partido que no dio respiro.
Echando un vistazo inicial a las formaciones, parecía que el equipo A tenía alguna ventaja en la previa y el comienzo confirmó la presunción. 3 a 0 cómodo y con gran efectividad. Los adversarios no eran un desastre, pero no concretaban lo poco que generaban. De repente los del B arrimaron con dos goles seguidos, pero el A contestó con sendos tantos para acomodar las cosas: 5 a 2. A partir de ese momento, los muchachos que se encontraban abajo en el marcador comenzaron a desplegar un muy buen fútbol, tanto en lo individual como en lo colectivo. Tagliafico y Radaelli se transformaron en los motores del equipo con un ida y vuelta impresionante, a lo que le agregaron marca y gol. Aimi respondía bien como arquero o como defensor, además pasaba por sorpresa al ataque (los tres goles los hizo de caño). Olmo se acomodó como pudo con sus limitaciones a cuestas y Saiz dio la sensación de haber recuperado la lucidez como para poder manejar los tiempos del equipo. Dieron vuelta las cosas 5 a 9.
Pero nada es para siempre. Todo aquello se consiguió con mucho esfuerzo y el reloj del tanque de nafta comenzó a marcar carencia de energías y de autoestima. Parecía que eran las doce de la noche y el coche de lujo se transformó de vuelta en calabaza. Rápidamente tomaron nota de lo sucedido Pato Moreno y Minus, que le dieron ritmo a una remontada que era inimaginable un par de minutos antes. Liberatto jugaba de arquero volante, Giordanelli obligaba en ataque y, por supuesto, cada balón tenía que pasar en forma obligada por los pies de Germán Tabares. Otra vez se daban vuelta las cosas, 10 a 9 para el A ¿Definitivo? No, todavía faltaba lo mejor…
Con gran fuerza de voluntad y con la convicción de que no podían permitir que todo lo realizado hubiese sido en vano, el equipo B se fue para adelante y OTRA VEZ DIO VUELTA EL RESULTADO: 10 a 11 esta vez decía la chapa. Pero Aimi se equivocó en una salida y Giordanelli puso otra vez la igualdad. ¿Era el final? Parecía que sí, era el resultado más justo teniendo en cuenta el esfuerzo realizado por ambos elencos. Pero el A fue por más y al perder el balón quedaron expuestos al último y letal contragolpe del equipo B, donde Aimi enmendó su error y selló el definitivo 11 a 12.
No había tiempo para más; seguramente el Gordo García Blanco vio el partido desde el cielo y le puso un diez a cada jugador, porque le brindaron un espectáculo inolvidable.
Jueves 8 de abril de 2010
Cancha #2 del complejo San Carlos
Equipo A 11 - Equipo B 12
A: Rodrigo Giordanelli (4), Martín Liberatto (1), Diego Minus (3), Patricio Moreno (2) y Germán Tabares (1).
B: Hernán Aimi (3), Gustavo Olmo, Jorge Radaelli (3), Damián Saiz (4) y Martín Tagliafico (2).
Votación para mejor jugador del partido
Saiz y Tagliafico (3 votos); Moreno (2); Liberatto y Radaelli (1).
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