domingo, 30 de agosto de 2009

La columna del Crítico Número Uno

Una noche inolvidable fue para mí la del pasado jueves; me invadieron sensaciones de alegría, ternura, amor y optimismo. Pero al mismo tiempo, la bronca que generan las injusticias me quitó alguna lágrima; también la muerte, en este caso despiadada, violenta y cobarde golpeó mis recuerdos de una década oscura que vivió este maravilloso país.
Mis queridos amigos, el jueves estuve en el cine. Presencié la película “El secreto de sus ojos” luego de firmar cientos de autógrafos en la entrada de la sala. Debo comentarles que los seguidores del séptimo arte, cuando me ven, recuerdan las dos exitosísimas películas en las que actué: “Gran Valor”, protagonizada por Juan Carlos Calabró y “Esa maldita costilla”, de mi amiga Susana Giménez. El público se emociona al reconocerme, la felicidad se les nota en el rostro; ver al Crítico Número Uno en el lugar es garantía del mejor cine.
Todavía tengo a varios personajes en la lista para “atender”. Me refiero a las Perlas Negras, claro está. Pero estoy raro, disperso, como pensando en otra cosa. Posiblemente, al terminar este relato me decida a contarles que es lo que me quita el sueño por estas horas.
Pero la emoción me vuelve a invadir; tengo ganas de dedicarme una Perla Blanca a mí mismo, por haberle dado una mano al “Comandante” para que participe de la “Televisión Pública”. Su presencia frente a las cámaras fue soberbia, al igual que sus finos comentarios. Las personas que me consultaron quedaron muy satisfechas con mi recomendación; me dijeron que por momentos les hizo recordar a Edgardo Mesa, por su “presencia”.
Ya casi a punto de terminar la botella de ginebra Bols, les confieso que Michael Bolton me propuso ir a vivir con él. Me quiere tentar con prometedoras orgías, noches de lujuria y fiestas negras varias. Pero yo tengo una reputación, aunque también reconozco que es una de las últimas posibilidades que me da la vida de dedicarme impunemente a las locuras más desenfrenadas. Lo tengo que analizar, la propuesta está y la chance me seduce. A ustedes les debe extrañar, claro, porque no les conté cómo terminó la recordada noche de “La Cumbre de los Cuatro”. Mientras el “Justiciero” y el “Comandante” se fueron a jugar un partido de pool para luego acostarse relativamente temprano, Michael y yo le dimos rienda suelta a las locuras más desopilantes en lo que a sexo se refiere; nació ahí una amistad profunda. Sentí que tenía un nuevo hermano, un compañero…

Por lo menos, así lo sentí yo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Zizou:

Che, cuando quieras...las perlas eh?