Cálida jornada en San Carlos. Los casi 30 grados de temperatura que marcaban los termómetros en la Capital Federal fueron el marco para una de las últimas jornadas de nuestro querido fútbol de los jueves. La referencia no es antojadiza, porque a varios “players” les afectó esta situación climática.
El inicio fue arrollador para el equipo A, que con precisión, rotación y una asfixiante marca en todos los sectores, se hacía rápidamente de la pelota y con enorme contundencia, marcaba un gol tras otro en la red rival. Con Germán Tabares como organizador desde la valla y Rodrigo Giordanelli en la puntada final, el score llegó a estar en ventaja de 5-1.
Su adversario parecía no estar en la cancha. Ignacio Poblet y Eduardo Bolaños no podían hilvanar jugadas de mitad de cancha hacia delante y en el fondo sobraban las desconcentraciones. Con la citada desventaja de cuatro tantos, “Nacho” sacó uno de sus clásicos remates llenos de violencia y, en este caso, de muy escasa dirección. El balón surcó el aire de caballito y su destino no fue ni la red (obvio), ni el paredón, ni el tejido del fondo. Este fue perforado por dicho impacto y la pelota cayó detrás del muro.
El propio ejecutante, dando una verdadera muestra de demencia y coraje (en iguales proporciones), se trepó y eludiendo yuyos, ratas, murciélagos, cadáveres y otras delicias que se encuentran detrás de la pared, regresó el esférico al cemento.
Esa situación fue el quiebre de la noche. No se si tuvo que ver o no, pero ninguno de los actores fue igual de allí en adelante. Hernán Aimi, que no había hecho un buen partido, se plantó como arquero líbero de su equipo y fue impasable. Fernando Salceda, que no estaba jugando en su nivel en la línea de fondo, pasó a actuar de punta, produciendo un cambio decisivo, porque marcó cinco goles y fue certero frente a la muchas veces desguarneciada valla oponente, aprovechando las habilitaciones de Bolaños.
Poblet siguió corriendo y fue importante por la dinámica, al mismo tiempo que Jorge Radaelli se asentó y fue el equilibrio. Su rival se quedó sin energías, perdió la precisión del inicio y extrañó el habitual olfato goleador de Gustavo Cima, que esta vez sólo se hizo presente una vez en el marcador.
Con el score 9-8 para el equipo B, estos perdieron muchas ocasiones y parecía inexorable el empate. Pero una conquista más de Salceda cerró definitivamente el conteo.
El inicio fue arrollador para el equipo A, que con precisión, rotación y una asfixiante marca en todos los sectores, se hacía rápidamente de la pelota y con enorme contundencia, marcaba un gol tras otro en la red rival. Con Germán Tabares como organizador desde la valla y Rodrigo Giordanelli en la puntada final, el score llegó a estar en ventaja de 5-1.
Su adversario parecía no estar en la cancha. Ignacio Poblet y Eduardo Bolaños no podían hilvanar jugadas de mitad de cancha hacia delante y en el fondo sobraban las desconcentraciones. Con la citada desventaja de cuatro tantos, “Nacho” sacó uno de sus clásicos remates llenos de violencia y, en este caso, de muy escasa dirección. El balón surcó el aire de caballito y su destino no fue ni la red (obvio), ni el paredón, ni el tejido del fondo. Este fue perforado por dicho impacto y la pelota cayó detrás del muro.
El propio ejecutante, dando una verdadera muestra de demencia y coraje (en iguales proporciones), se trepó y eludiendo yuyos, ratas, murciélagos, cadáveres y otras delicias que se encuentran detrás de la pared, regresó el esférico al cemento.
Esa situación fue el quiebre de la noche. No se si tuvo que ver o no, pero ninguno de los actores fue igual de allí en adelante. Hernán Aimi, que no había hecho un buen partido, se plantó como arquero líbero de su equipo y fue impasable. Fernando Salceda, que no estaba jugando en su nivel en la línea de fondo, pasó a actuar de punta, produciendo un cambio decisivo, porque marcó cinco goles y fue certero frente a la muchas veces desguarneciada valla oponente, aprovechando las habilitaciones de Bolaños.
Poblet siguió corriendo y fue importante por la dinámica, al mismo tiempo que Jorge Radaelli se asentó y fue el equilibrio. Su rival se quedó sin energías, perdió la precisión del inicio y extrañó el habitual olfato goleador de Gustavo Cima, que esta vez sólo se hizo presente una vez en el marcador.
Con el score 9-8 para el equipo B, estos perdieron muchas ocasiones y parecía inexorable el empate. Pero una conquista más de Salceda cerró definitivamente el conteo.
Jueves 10 de diciembre de 2009
Cancha #2 del complejo San Carlos
Equipo A 8 - Equipo B 10
A: Gustavo Cima (1), Rodrigo Giordanelli (3), Gustavo Olmo (1), Germán Tabares (1) y Martín Tagliafico. A este equipo debe computársele un gol en contra de Eduardo Bolaños y otro de Hernán Aimi.
B: Hernán Aimi, Eduardo Bolaños (3), Ignacio Poblet (2), Jorge Radaelli y Fernando Salceda (5).
A: Gustavo Cima (1), Rodrigo Giordanelli (3), Gustavo Olmo (1), Germán Tabares (1) y Martín Tagliafico. A este equipo debe computársele un gol en contra de Eduardo Bolaños y otro de Hernán Aimi.
B: Hernán Aimi, Eduardo Bolaños (3), Ignacio Poblet (2), Jorge Radaelli y Fernando Salceda (5).
Votación para el mejor jugador del partido
Aimi y Bolaños (4 votos); Poblet (2).
Aimi y Bolaños (4 votos); Poblet (2).